SOMOS GRAU SEAMOSLO
SIEMPRE
Lic. Miguel Godos
Curay
![]() |
| Miguel Grau |
Grau no practicó nunca los
excesos sangrientos de la guerra. Fue un ajedrecista inteligente en el tablero
inmenso de la mar. Sus fichas blancas siempre sorprendieron a las negras de la
sombra. Y en el momento supremo se batió como un león. Su efigie en las
escuelas convoca cívicos ejemplos. Los niños en las escuelas lo contemplan con
admiración. Su imagen bendita está presente en la inmensidad del océano y en
cada nave donde flamea el pabellón nacional. El ennoblece a la Marina y con él la Marina de Guerra del Perú
se ennoblece”.[1]
De él podemos decir: su forma de respirar fue el navegar. Grau es como
una centella que cruza el anchísimo pecho del océano y no teme a las tinieblas
y brilla intensamente por el esplendor de sus virtudes. Sírvannos de
prolegómeno, aquellas palabras que un 28 de Julio de 1906, Germán Leguía y Martínez, pronunciara al colocarse
una placa conmemorativa en su casa:
“La América lo venera, el mundo lo admira, no
hay corazón peruano que no se abra ante su nombre como un templo, y vierta ante
su gloria el incienso de una gratitud y un orgullo tan legítimo como
perdurable. Bendito sea ¡Bendita la tierra que lo vio nacer! Bendito sea el
rincón en que meció su cuna venerada.”[2]
Grau es un modelo de integridad moral.
En la vida como señala el poeta Pierre Réverdy: “no hay amor sino pruebas de
amor”. Grau es una prueba de amor al Perú, a la familia y al deber. Grau es un paradigma vivo en un momento en
donde la desintegración de vida es la
demostración del divorcio entre la palabra y la acción. Cuando se inmola en Angamos
tiene 45 años. Una foja impecable y la promesa de una vida apacible en el
hogar.
La mayor de las virtudes de Grau fue
la gravedad, expresada en la dignidad
y la seriedad de un hombre de vida
intachable y austera lo que le confiere una especie de autodominio en cada uno
de sus actos. A ello podemos sumar la
parsimonia del hombre preocupado por
atender en todo momento y circunstancia las necesidades de su familia y de los
propios empleados de su casa. Su vida familiar,
desde el momento de su matrimonio, entre 1867 y 1879 es demostración de
una delicadeza extraordinaria. Grau disfruta del cariño de su esposa y la
ternura de sus hijos. También fue un
puntual cumplidor de los deberes para con Dios y con la patria. Como ciudadano
se adhirió a la ley y a la palabra empeñada. Por eso, durante la revolución de
los Gutiérrez, Grau expresa su rechazo a
la autoridad ilegítima en defensa del orden constitucional.
Fue un hombre virtuoso en el sentido
clásico. La “virtus” romana es el valor, la característica propia del “vir” del
hombre fuerte, del héroe. Fue asimismo
respetuoso del legado de sus mayores. Y en el fragor del combate generoso y
magnánimo cualidades que exaltan sus propios adversarios.
En él se cumplió ese sentido del honor
que como ley no escrita prevalece en los
hombres de mar. No olvidemos, como puntualiza, el historiador José Agustín de
la Puente y Candamo: “Se embarca cuando tiene 9 años de edad y regresa a Lima
cuando cumple los 19” . En esta etapa de su vida Grau penetra en el
mundo de lo marinero a través de una singular experiencia personal y no de los
libros.[3]
Grau entre 1843 a 1853 recorrió un
total de 102 mil 854
millas . Cuando en 1853 su padre pide la
incorporación de sus hijos Miguel y
Enrique a la Marina de Guerra del Perú,
tienen ya una experiencia en buques mercantes. En 1854 Miguel Grau ingresa como
guardiamarina de la Marina de Guerra del Perú, tiene veinte años y es una
promesa para el Perú.
La escritora Emilia Serrano de Tornel
(1843-1922) conocida como la baronesa de Wilson, lo describe del siguiente
modo:
“Tenía
Miguel Grau varonil figura; dulce afabilidad en el semblante; cutis tostado por
el sol de los trópicos y curtido por las salobres brisas que desde muy niño
habíanle acariciado. La estatura pasaba de mediana, la complexión robusta y
vigorosa, propia para hacer frente a los peligros y vencerlos con titánica
entereza. La frente era alta y espaciosa como forjada para ceñir laureles. Los
ojos negros, hermosos y rasgados, traducían el valor indomable la serena intrepidez
del hombre resuelto a sacrificar su vida en defensa de los sagrados intereses
patrios. “[4]
Guillermo Thorondike quien recogió
valiosos testimonios en la familia pudo conocer del Embajador Oscar Grau Astete
que su abuelo don Miguel Grau tenía tanta fuerza en las manos que podía partir
en dos una baraja española. En otras
ocasiones podía desenroscar piezas que nadie más podía conseguía mover solo con las manos. Tenía la
voz delgada. Tenía una mirada perfecta, penetrante. Le gustaba jugar con las
palabras.[5]
Grau es una lección humana: La vida
que vale la pena vivir, tiene que ser intensa y no extensa. La “Moral Nicómaco” tratado profundo sobre la
conducta humana, escrito por Aristóteles, precisa que hay tres formas de vida que
distinguen a los hombres en su búsqueda de la felicidad:
“Las naturalezas vulgares y groseras creen que la
felicidad es el placer, y he aquí por qué sólo aman la vida de los goces
materiales. Después están la vida política o pública; y por último, la vida
contemplativa e intelectual.” [6]
La vida del Almirante Grau
encaja con los atributos de quien se entrega a la vida política o pública. Su impecable trayectoria ciudadana es una
demostración de su talante humano. Advierte Aristóteles que el fin más habitual
de la vida pública es la gloria y el honor. El sentido del honor tiene una
preeminencia sobre la gloria porque finalmente quien conduce su vida por el camino de la virtud se consagra a ella
como el fin verdadero de su existencia.
La práctica de la virtud
no es un acto casual, explica Aristóteles, y recae sobre los actos voluntarios
de la persona. Los actos involuntarios son producto de la fuerza mayor y hasta
de la terca ignorancia. Grau, actuó en plena conciencia de sus actos con la
serena convicción de cumplir con su deber y hacer el bien. Actuó libremente y
en plena inteligencia de sus actos y los asumió con patriotismo. Sus actos
fueron voluntarios y por ello admirables. Esta es una lección de integridad de
vida para todos los peruanos.
Hombre virtuoso es aquel que dirige la actividad de su alma por el
camino de la virtud y estando en la posesión de diversas virtudes, la más
elevada de alta y la más perfecta de las que practica dirige a las otras. En
Grau la felicidad es un admirable amor a su familia, amor a la patria y amor a
Dios expresado en sus personales vivencias cristianas. Fue un hombre de principios.
Advierte Aristóteles que sólo los que obran bien pueden aspirar en la vida a la gloria y la felicidad. No se puede decir lo mismo del hombre que con una doble vida muestra una deformidad repugnante. En donde lo que se dice no guarda correspondencia con lo que se hace. En donde la inconsecuencia se convierte en inmadurez humana.
El hombre virtuoso pese a
los azares de la fortuna no pierde su dignidad. Y tal como sucedió con don
Miguel Grau murió para el tiempo volátil de la historia, pero nació para el
tiempo inmarcesible de la gloria y la inmortalidad. Este es el Grau que debe
resonar en las aulas universitarias, en el Congreso de la República y en todo
espacio en el que debe prevalecer el elemental sentido de nación, justicia y respeto a las leyes.
Entre las virtudes más
grandes de Grau está el valor. El valor es un punto medio entra la temeridad y
la cobardía. El verdadero valor se enfrenta con serenidad a los mayores
peligros y a los males más terribles. El mayor peligro es el de la muerte en
los combates, quien se entrega hasta el sacrificio se eleva a la dimensión de
una muerte gloriosa. Grau fue valeroso.
El valeroso se presenta sin temor
ante una muerte honrosa y ante peligros que cada instante pueden caer sobre él.
El valeroso sabe que hay que darse del todo, entregarse del todo: es preciso
que el sacrificio sea holocausto.[7]
Aristóteles distingue cinco tipos de
valor: El valor cívico es propio de los héroes y de los soldados que obedecen a
sus jefes. Este es uno de los atributos de Grau. Otro es el valor de la
experiencia que nace del conocimiento y de la vida. La vida de Grau fue un gran
conocimiento del mar. Grau aprendió de las circunstancias inesperadas y su
temple marinero lo forjó en la vida del hombre de mar.
Otro es el valor de la cólera, que según el estagirita no es otra cosa que la indignación. Tener capacidad de indignación ante la injusticia y el menoscabo de derechos es una virtud. En donde resulta fácil y cómodo es dejar pasar las cosas. También hay un valor de la confianza en la que se sostiene la intrepidez y la sangre fría ante los peligros. Grau dio numerosas demostraciones de audacia y con justicia simbolizó al Perú a bordo del Huáscar.
Finalmente esta el valor de la
ignorancia que desaparece delante del verdadero
peligro y se convierte en arrojo. La vida de Grau resume el valor cívico, el valor de
la justicia, el valor de la experiencia y el valor de la confianza.
A raíz de la axiología
aristotélica un asomo a su vida demuestra que en la mayor parte de sus actos
practicó la templanza que es el punto medio entra la corrupción y la
insensibilidad. En el manejo de sus asuntos económicos practicó la liberalidad
que es un punto medio entre la prodigalidad y la avaricia. No desatendió en
ningún momento a su familia y a sus amigos. Otra de sus cualidades fue la
magnificencia que es el punto medio entre la insolencia y la bajeza. Practicó
la verdad en cada uno de sus actos. Es la veracidad el punto medio entre el
disimulo y la fanfarronería. También practicó la amistad que es el punto medio
entre la adulación y la aspereza. Nunca lo asaltaron los raptos de vanidad y se
hizo querer por toda su tripulación. Ejercitó la política con decencia como un
servicio a la patria.
EL PERU DE GRAU
Veamos el escenario nacional: En 1876 el Perú tiene según el censo 2 millones 704 mil 998 habitantes. Según Basadre al estallar la guerra con Chile el Perú se encontraba en pleno desarrollo industrial. Anota el historiador de la República lo siguiente: “Una auténtica revolución económica había estado desarrollándose en el Perú debajo de las frecuentes y nominales revoluciones políticas.”
En efecto desde 1845 y con gran impulso en 1852 el país había empezado a crecer. Quien construía en 1869 gastaba más porque buscaba la comodidad de disponer de cañerías de agua e instalaciones de gas. El banco Hipotecario empleaba sus fondos para impulsar la industria agrícola antes que desarrollar la construcción urbana. Entre los años 1865 y 1866 se generalizó en Lima el uso del carbón de piedra.
Las fondas y hosterías se habían
generalizado en la capital, en general existía un relativo aumento del bienestar
y una mejora del modo de vivir. Se esperaba
con ilusión que el ferrocarril trasandino trajera productos de
agrícolas del campo a la ciudad con el
consiguiente abaratamiento de sus precios. La industria peruana, sin embargo,
es incipiente pero entre ellas destacan la Compañía que se dedica a la
fabricación de hielo, la Refinería de Azúcar, la Compañía de kerosene de Piura,
tres compañías salitreras, las Compañías de Gas de Alumbrado para Lima,
Arequipa, Chorrillos y Callao.
En Lima hay fábricas dedicadas a la
elaboración de galletas, chocolates, fideos, cerveza, fundiciones y molinos. La actividad textil
crece en Vitarte. Sin embargo, el país, es un archipiélago de “islas agrarias” en la costa y la sierra con
dificultades de comunicación y transportes. El Secretario de Hacienda Manuel
Pardo formuló, durante este período, un plan de aumento de rentas, disminución
de los gastos y mejora de la administración.
Para ello defendió los intereses del Estado ante los consignatarios del
guano y creó nuevos impuestos.
Entre 1876 a 1878 el sol billete se cotizaba al cambio con la
Libra Esterlina a 40 peniques. A fines de 1878 a 26.5 peniques a consecuencia
de la crisis y depresión en países como Inglaterra y Estados Unidos. La caída de
los precios a nivel mundial afectó la economía peruana. En conclusión la guerra
con Chile detuvo el proceso de modernización del aparato productivo peruano.[8]
Grau el 4 de febrero de 1868 asumió el
comando de monitor “Huáscar” el que dejará el 5 de agosto de 1876 para incorporarse
como Diputado por Paita. Este, sin duda, fue un acontecimiento afortunado en el
que prestó solemne juramento por Dios, por la patria y por Paita. Grau en su
Cámara es gestor de importantes iniciativas
para modernizar nuestra Armada. Se ocupó de la
Marina, la exploración de las islas guaneras en el litoral, la preservación del orden
constitucional, reparación de caminos y
el juicio que sigue el Perú a las casas consignatarias de Europa así como de la
reforma de los códigos. Su preocupación se concentra en todo lo que atañe al
país. Servir al país es su consigna.
Los méritos cívicos de Grau como
Diputado le fueron reconocidos por la
Resolución Legislativa Nº 23680 promulgada el 14 de Octubre de 1983 que
establece que en el Hemiciclo de la Cámara de Diputados habrá permanente una
curul con el nombre del Diputado por Paita Miguel Grau Seminario y la lista de
asistencia al iniciarse las sesiones de la cámara comenzarán con el nombre de
Miguel Grau Seminario tras cuyo enunciado la representación nacional dirá:
¡Presente
LA GUERRA CON CHILE
En 1872 el armamentismo chileno era
una preocupación del Presidente Balta quien
solicitó al Congreso le autorice una empréstito por cuatro millones de
pesos para adquirir dos acorazados. Pese a que el empréstito fuera aprobado por
el Congreso el consignatario de turno se negó a efectivizarlo. Asesinado Balta
la crisis política postergó la
adquisición. Posteriormente asume la presidencia Manuel Pardo hasta que en 1876
fue elegido Mariano Ignacio Prado.
En Febrero de 1879, concluido el
período legislativo, Grau, vuelve al Ministerio de Guerra y Marina. El 14 de
Febrero Chile ocupa Antofagasta posteriormente ocuparía Mejillones, Cobija y
Tocopilla. El 15 de mayo de 1879 el “Húascar”, la “Independencia” y los transportes
“Chalaco”, “Limeña” y “Oroya” abandonan la rada del Callao, hace cuarenta días
que Iquique se encuentra bloqueado. A borde de la “Oroya” viaja Prado. Quien
iba a dirigir desde Arica la campaña del
Ejército aliado. El objetivo naval es romper el bloqueo.
El 21
de Mayo Grau hunde a la Esmeralda.
Lo que viene luego es una “campaña de Guerrillas” en el mar. El 25
detiene al pailebot “Recuperado” en Iquique, recupera la goleta “Clorinda”. El
27 rastrea y corta el cable submarino que comunica a Antofagasta con
Valparaíso. El 28 recupera la goleta “Coqueta”. El 29 se encuentra con el
“Blanco Encalada” y la corbeta “Magallanes”. [9]
El escurridizo monitor se había
convertido en una leyenda. Para colmo la pequeña cañonera “Pilcomayo” había
hundido al buque “Matilda”. El 8 de Julio Grau es recibido en Arica
jubilosamente. El 25 de julio captura al
“Rímac” un transporte chileno. El hecho provocó reacciones contra el gobierno
en Santiago. El 28 de agosto está en Antofagasta con la intención de cortar el
cable submarino encontrándose con las corbetas “Abtao” y “Magallanes” a las que
dejó averiadas. Grau se había convertido
por su audacia, su generosidad y valentía en una leyenda.
El 18 de septiembre Grau se encuentra en Arica preparando una nueva expedición y pide se le proporcione vestuario para la tripulación y municiones para los cañones. Además de ametralladores y fusiles. El 23 parte para Ilo convoyando al Chalaco. El 24 retorna al sur en la misma misión. El “Chalaco” conducía tropa para reforzar la guarnición de Iquique en donde arriban el 28. El 30 de septiembre Grau remite el último parte desde el “Huáscar” al Comandante General de la Marina. Se trata de un pedido de bombas para los cañones del monitor.
El monitor tiene los fondos
recubiertos de crustáceos y algas pero se encuentra cumpliendo su misión. Un
nuevo recorrido por el sur, entre Tocopilla y Coquimbo. El Director de Guerra
ha dispuesto que el monitor “Huáscar”, la corbeta “Unión” y el transporte
“Rímac” salgan en convoy bajo las órdenes del Contralmirante Grau. El objetivo
hostilizar cuidando de no enfrentarse a los blindados chilenos para evitar que
el “Huáscar”, único buque de poder que dispone el Perú no perezca.[10]
El 30 de septiembre a las 4 de la
mañana zarparon de Arica el “Huáscar”, “La Unión” y el “Rímac” rumbo a Iquique.
Este mismo día Galvarino Riveros, Comandante de la flota chilena ha decidido
atrapar al “Huáscar” por lo que reúne la flota en la bahía de Mejillones
con el propósito de doblegar el poderío
naval del Perú. El gobierno chileno al borde de la exasperación ordena que se
persiga al “Huáscar” y con este propósito se presenta en Arica.
Por este motivo el 5 de octubre en la
mañana la Escuadra chilena conformada por el “Blanco Encalada”, el “Cochrane” y
el “O`Higgins”y la “Covadonga” y dos transportes aparecen en Arica. El
“Huáscar” no se encuentra en el puerto pues ha salido al sur.
El “Pilcomayo” un buque de madera que
comanda el Capitán de Fragata Carlos Ferreyros leva anclas en seguimiento de la
escuadra chilena. A seis millas del puerto y a 3,000 yardas de distancia abre
fuego sobre la corbeta “O`Higgins” y con certeros disparos desmonta el cañón y
causa doce bajas. La Pilcomayo sólo tuvo dos bajas.
El “Huáscar” ajeno a la concentración
de fuerzas zarpó de Iquique el 1 de Octubre acompañado de la Unión. El 4
interceptan a la goleta chilena “Coquimbo”
cargada de harinas pero que indebidamente enarbola la bandera inglesa. Remitida
la goleta al Callao prosiguen su desplazamiento al sur hasta Coquimbo el día
5. En un rapto de audacia el “Huáscar” y
la Unión prosiguen hacia el sur hasta la caleta Tongoy. Están a pocas horas de
Valparaíso. La escuadra chilena ha abandonado el bloqueo de Iquique porque han
iniciado el acecho del “Huáscar”. El 6 y el 7 el “Huáscar” y la Unión se
dirigen hacia el norte.
El monitor experimenta averías que lo
obligan a detenerse para resolver los desperfectos en altamar. Al empezar el
día 8 llegan a Antofagasta. A la 1 de la mañana el “Huáscar” recorre
silenciosamente la bahía con la esperanza de encontrar alguna nave enemiga, la
“Unión” hacia guardia desde afuera. A las 3 abandona el puerto para
reencontrase con la “Unión”. A poco se
divisan tres humos en sentido contrario lo que les obliga a cambiar de rumbo,
primero al oeste luego al norte, separándose de la costa y de los enemigos.
Los barcos avistados son el acorazado
“Blanco Encalada”, la “Covadonga” y el “Matías Cousiño” de la primera División
Naval de Chile. La persecución se inicia. Al cabo de tres horas las naves
chilenas no provocan temor. A las 7.15 de la mañana aparecen tres humos en el
horizonte por el Noroeste. Es la segunda
División Naval chilena formada por el
acorazado “Cochrane” y las corbetas “O”Higgins” y “Loa” que se dirigen
rectamente a la proa del “Huáscar”.
La situación es difícil Grau desde la
torre ordena rumbo al oeste primero y norte después para rebasar la punta de
Angamos el “Huáscar” no da más de 10 millas el “Cochrane” con fondos limpios
supera al monitor.
La primera división no preocupa porque
está lejos. La segunda división se despliega en abanico sobre la punta de
Angamos. La Unión logra evadir a la escuadra enemiga salvando a un buque que no
hubiese podido enfrentar a los acorazados chilenos.
Mientras tanto el “Huáscar” toma el
rumbo de la costa y se dispone a combatir. El combate es inevitable. Afirma el
pabellón y abre fuego sobre el “Cochrane”. A las 9 de la mañana el “Huáscar” se bate con coraje contra los
acorazados chilenos. Los proyectiles del “Huáscar” no pueden atravesar el
blindaje de los acorazados chilenos. Grau lo sabe pero no deja de disputar con
fiereza. Al primer cañonazo contra el “Cochrane” siguen otros. El monitor
rebasa ya la bahía de Mejillones en la punta de Tames en recta dirección hacia
Cobija, al Norte de Angamos, cuando es alcanzado por el “Cochrane” que lo ataca
por la popa a doscientos metros de distancia para evitar el espolón del
monitor.
A las 9.50 una granada Palliser del “Cochrane” impacta en la torre de comando demoliendo la
blindada torre de mando desintegrando el cuerpo de Almirante. El cuerpo del
Contralmirante voló por los aires de quien sólo quedaron los dientes
incrustados en las paredes de hierro y algunos restos óseos, no todos ellos
identificables. Era una inmensa llaga negra sobre el puente. Grau había
emprendido su viaje hacia la inmortalidad, para ser grande entre los grandes.
Sólo en el océano Aguirre comandando
el buque. Doscientos tripulantes. Mandingas crecidos en el Callao, oscuros
sechuranos, mangaches criados en Paita, cholos macizos del Batallón Ayacucho,
también ingleses y norteamericanos de cabezas amarillas y rostros color jamón,
artilleros griegos, Mozos de París, filipinos de corta estatura, un batallón
políglota cierran filas bajo las planchas de hierro. [11]
Fue un combate cruento. Carvajal
recibió impactos en la cara. A Palacios un
trozo de hierro le desarticuló la mandíbula inferior la que tuvo que sujetar con un pañuelo para
seguir combatiendo. Santillana perdió el conocimiento a consecuencia de un
impacto en la sien izquierda y en el pulmón.
Cortada la driza que sostenía el
pabellón ordenó Aguirre izar el pabellón para lo que se ofreció el artillero
Francisco Maze de nacionalidad francesa. Una voz al unísono se escuchaba:
“Nadie se rinde en este buque” Pese a que la nave se encontraba sin gobierno
las máquinas continuaban funcionando. El monitor se encontraba entre los fuegos
del “Cochrane“ y el “Blanco Encalada”. La torre de combate del “Huáscar” estaba
imposibilitada de girar y el único cañón se encontraba a la buena de Dios.
En estas circunstancias un proyectil
que impactó en la torre mató instantáneamente a Aguirre y a Rodríguez. La
cubierta se encontraba llena de muertos con un olor penetrante de pólvora. El
Alférez Herrera colocaba aparejos para recuperar el gobierno de la nave.
Palacios y Santillana retornaron tercamente al combate. En breve Junta de
Oficiales presidida por Garezón se acordó hundir el buque antes de que fuera
presa del enemigo. A las once de la mañana del 8 de octubre todo era escombros.
El “Huáscar” no se rindió, el pabellón que con arrojo Grau y sus hombres habían
defendido fue arrojado al mar envolviendo una bala de 40 libras. Al ser capturado
el “Huáscar” estaba cubierto con más de tres pies de agua en la sentina
superior. No es acaso esta una página de imperecedera gloria.[12]
En Piura, refiere Enrique López llegó
equivocada la noticia del triunfo del Huáscar sobre los chilenos, La noticia
causa conmoción porque la victoria piurana de Grau es victoria patria. Todo Piura sale a celebrarlo. Entonces la
mujeres de Piura bandera en mano y presididas por la Cuyusca a la que seguían
los colegiales repetía a viva voz: ¡Viva el Perú! ¡ Muera Chile!. La antítesis
de la alegría vino al día siguiente cuando se rectifica la noticia erradamente
dada. Refiere López Albújar:
“Cuando entre yo, ya en el patio del colegio habían muchos alumnos.
Todos estudiaban llenos de recogimiento y con los semblantes tristones. Casi
ninguno levantó la cabeza para verme. -!Buenos días señor!- -le dije a uno de los bedeles. No se dignó
contestarme. Estaba estufado y farfullaba gangosamente, con el libro a la
altura de los ojos. Después de colgar el sombrero en la percha, abrí un libro y
aparenté estudiar, pues la curiosidad de por saber la causa de la tristeza me
tenía desosegado. Al primero que le pregunte me
lo dijo por lo bajo: ¿Cómo, que no sabes lo que pasa?. ¡Hemos perdido!.
¡Los chilenos han echado el Huáscar a pique!.”[13]
El historiador chileno Benjamín Vicuña
Mackenna, el 8 de Octubre de 1879 escribió la siguiente nota: “Ignoramos en los
momentos en que escribimos los detalles de su fin. Pero, Miguel Grau el
vencedor de Arturo Prats, el que lloró su muerte y recogió sus prendas con
piadosa ternura sus prendas de amor, no puede haber sucumbido sino como mueren
los bravos: al pie del cañón.”[14]
¡Grau nuestro alabado sea tu
nombre! No profanen tu memoria los jactanciosos que se aúpan pretendiendo la heredad de tu gloria. Ni los
saltimbanquis de los pervertidos circos del patriotismo de plazuela. Tú que
inspiras a nuestros escolares con la
epopeya emocionante de tus hazañas, tu que enciendes las hogueras del fervor y
la esperanza enséñanos el abecedario de la responsabilidad y la coherencia.
Tú que hiciste de tu vida la entrega y el valor en cada gesto
muéstranos el Perú de tus sueños. Tu ejemplo se expanda entre los hombres y
mujeres de este Perú agradecido que corona tus sienes de grandeza.
Grau esencial, materia y forma de le heroica huella. Grau en acto y
potencia, facultad purificadora de la vileza. Grau lógica y pensamiento, raíz
cuadrada del sacrificio y fórmula matemática del deber cumplido. Grau nuestro
catecismo de civismo. Grau de genética genial para olvidar los meandros
caprichosos del destino sin perder la sustancia del amor que se desprende de
las entrañas de la tierra.
Grau esencia del Perú y del Perú la esencia. ¡Grau como el mar de
Valencia! Grau verbo, acción y pensamiento.
¡Grau de Piura y Piura de Grau! Grau en tiempo presente agitador de las conciencias. Grau universidad de todos los deberes, catedrático de amor por el Perú para todos los peruanos. Grau, fórmula de bondad para todos los humanos. Ideal de calidad para todos los empresarios. Grau es también un desafío para todos los piuranos.
Mirándonos en el espejo de su vida
podemos construir las coordenadas de la patria que progresa. Grau, que teniendo sustancia humana nos enseñó una lección inconmensurable de
grandeza. Grau síntesis genial de la patria. Miguel Grau que estás en la
gloria, nunca olvidado sea tu nombre. Venga a nosotros siempre tu ejemplo y consecuencia. Hágase siempre tu patriótica voluntad en todos los rincones
de la patria.
[1] Godos Miguel, Se llamaba Miguel y era de Piura, Correo
27.07.2008.
[2] “A la Gloria del Gran Almirante
del Perú Miguel Grau”, Publicación de la Comisión Cultural
del Centro Naval del Perú, Tercera
edición numerada corregida y ampliada, 1984.
[3] De la Puente y Candamo José Agustín,
Miguel Grau, Instituto de Estudios Histórico Marítimos, Lima 2003.
[4] De la Puente y Candamo, Opus cit.
[5] Thorondike
Guillermo, Contando la historia por el hueco de la cerradura, HISTORIA, MEMORIA
Y FICCION, Moisés Lemlij y Luis Millones editores, Biblioteca Peruana de
Psicoanálisis.
[6] Aristóteles, Moral a Nicómaco, Obras
de Aristóteles, Volumen 1, Madrid 1873. Traducción de Patricio Azarate
[7]
Aristóteles, Opus cit.
[8] Jorge Grieve, Historia e la
Artillería y de la Marina de Guerra en la contienda del 79, Lima.
[9] Congrains Martín, Enrique Miguel
Grau, Editorial Ecoma.
[10] Arosmena Garland, Geraldo El
Almirante Miguel Grau, 6ta Edición,Lima, Enero 1978.
[11]
Thorndike, Guillermo, 1879, Primera Edición, 1977.
[12] Ortiz Sotelo, Jorge Miguel Grau el
hombre y el mar, Fondo Editorial del Congreso del Perú.
[13] López Albújar, Enrique, Cuentos,
Consejo Nacional de la Universidad Peruana.,1972.
[14] Vicuña Mackenna, El
Ferrocarril, Santiago, Octubre 1879.

